martes, diciembre 26, 2006

Eterno Recuerdo

Años después de lo que pasó con mi abuelo en la viña vine a soñar con él. Tenía 15 años y ya había empezado la pubertad. Estaba lleno de granos, de espinillas, de puntos negros. Tenía una mano más grande que la otra y me encerraba en el baño por 15 minutos cada tres días. Uno cree que las mamás no se dan cuenta de eso pero, cuando cumplí 20, mi mamá me dijo que todo el mundo sabía a lo que iba. Me dio vergüenza.
La noche que soñé con mi abuelo lo veía vivo. Obvio. Nadie conversa con los muertos. Estaba en su silla favorita, en la bodega. Estábamos todos los nietos en un semicírculo, sentados como nos había enseñado la abuela. –Pónganse como gitanos, crucen las piernas- Antes que mi abuelo comenzara a narrar sus historias yo me puse a contarle las arrugas. Apuntaba cada una con el dedo y le decía a Mauricio, mi primo de punta arenas que ahora se hizo paco, que yo podía sacar la edad del abuelo con sólo saber cuántos pliegues de piel tenía. -75 años tiene- le mentí. Yo me sabía la edad de mi abuelo pero quise hacerme el interesante ya que en la tele le sacaban la edad a las tortugas con sólo saber los círculos de su caparazón. Me gané el título de ‘dato inútil’. Mi tío José me puso así.
El abuelo comenzaba a contarnos la vez que fue a su ciudad natal, Lebu, a visitar a su madre. Cuando llegó estaban sus hermanos, sus padres y sus primos y tíos. Se sentaron a la mesa y él les dijo que no volvería para allá, que había encontrado y comprado un terreno para hacerse una casita y vivir con mi abuela Eugenia. Era la primera vez que todos lo veían independiente y satisfecho y por eso no lo retaron. -En esos tiempos era difícil irse de la casa a buscar oportunidades a la capital, la mayoría se devolvía con las manos vacías- nos decía mientras tomaba una copa, abría uno de esos barriles grandes y le echaba vino dentro. –Así hice mi primera inversión y años después planté la primera parra- nos decía y todos estábamos atentos. Tenía una forma especial de contarnos las cosas porque nos miraba a todos fijamente. Él siempre quiso estudiar teatro. Él nunca pudo estudiar teatro. Hubo un momento en que salíamos de la casa y nos mostraba nuevamente la viña y nos decía cosas del esfuerzo y que la sociedad del nintendo iba a formar gente gorda y sin futuro.
Desperté de sobresalto porque pasábamos un puente al que le faltaban palos y Mauricio me empujaba y yo me caía. Eran las 7 de la mañana y me quedé hasta las diez pensando. Era sábado y no había colegio. Me alivié y fui a buscar el diario.

Después de almuerzo mi hermano me invitó al Blockbuster a arrendar una película. Le pedimos a mi vieja que nos llevara y que pasáramos al supermercado a comprar cosas para comer. Mi hermano sacó una casata Chamonix de tres sabores, un maní marco polo y unas frito crack porque le recordaban el colegio. Teníamos mucho para comer. Nos fuimos al blockbuster llenos de bolsas. Mi hermano quería ver singles por decimoquinta vez. Yo la quería ver también porque aparecía Eddie Vedder y Pearl Jam era mi grupo favorito en ese tiempo. Nos dijeron que no estaba. Mi hermano casi se agarra a combos con el vendedor por publicidad engañosa. –Se supone que siempre hay una copia para ti- le dijo mientras lo agarraba de la chapita con el nombre. Se llamaba Carl, como en los blockbuster de Estados Unidos donde todos se llaman Carl, tienen espinillas y están enamorados de la niña linda que también trabaja ahí y que se llama Jenny. Antes que le pegara el primer combo yo saqué una película que tenía en la carátula un hombre chino con cara de perdido. Le dije que la quería ver porque si los chinos hacían películas como Dragon Ball Z, porqué no iba a hacer otras mejores. –La llevo, pero esto no les va a quitar la demanda al Sernac- le dijo mi hermano.
La película se llamaba After life y tenía letras rojas.
Esperamos a que mi mamá terminara de ver el Pase lo que pase –Porque me encanta la pareja que hace Camiroaga con la Doggenweiller- nos decía siempre. Mi mamá nos acompañó a ver la película y nos dio un color del helado a cada uno. Me tocó el de vainilla, a mi hermano el de chocolate y a ella el de frutilla. La película, a grandes rasgos tratada de que cuando te mueres debes elegir un recuerdo para atesorarlo para toda la eternidad. Lo demás se borra. Sólo un recuerdo que hay que elegir.
Cuando terminó, prendimos las luces, pusimos la película en la caja para prestársela a la vecina y mi mamá, que al igual que nosotros quedó con hambre, nos invitó a tomar once. Pusimos la mesa, mi madre hizo unas paltas y tomamos té en hoja. Pocas veces habíamos hecho vida de familia y ahora se hizo. Nos sentamos todos juntos, yo puse la comida del perro al lado de la mesa para suplir algunas ausencias recientes y mi madre empezó a hablar. Nos dijo que no había soñado con mi abuelo hasta ayer. Que ella estaba detrás de la puerta escuchando la historia que él le contaba a sus nietos (entre ellos, nosotros) y que trataba de su viaje a Lebu para visitar a nuestra abuela. Cuando mi hermano lo escuchó quedó helado. Y todos seguimos comiendo en silencio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé separar ficción de la realidad. Nunca he sabido. Sé que no has visto After Life y que estás empezando a decir la marca de todo, como Fuguet. No sé tantas cosas de ti. Quizás hubo un depediente de blockbuster que se llamaba Carl. El tipo del July se llamaba Benito. Lo amaba. Mi hermana se burlaba de mí. 'Se llama Beno, y de cariño le dicen Benito'; así como mi profesroa de tecnología que odiaba yo la llamaba Márgara, nunca margarita; y acabo de leer que la incoherencia y pasar de un tema a otro sin aparente relación es un síntoma de la esquizofrenia.

~ dijo...

aaah cualquier color!, eran las autobiograficas del año y me costó más de 3 horas elegirlas, incluso creo que tendria que haber sido de 20 canciones, pero ni ahí con dar la lata.
incluso, cambie 4 veces la entrada porque indecisión. =P

con respecto al "Eterno Recuerdo" ya te dije que no habia entendido lo que tenia que entender y me lo explicaste =)


Lo que solicitó: http://www.sendspace.com/file/0tbdl1