martes, mayo 01, 2007

El cuento que podría resumir Liniers

El problema que ella tenía estaba en su cabeza. Si hubiese podido ser más pequeño y meterme en su oído, habría invadido sus pensamientos y me hubiese encontrado con una gran araña. Me lo imaginaba así. Una araña con un crochet.
Recuerdo que un día pude hacerme chiquitito. Recordé las veces que mi hermano me decía que lo del chapulín era sólo efectos especiales. Ahora era yo el que pensaba que era incrédulo. Ese día estaba abrazándola y, de repente, sentí que mis párpados pesaban. Era el efecto de achicarse. Los párpados eran lo último en perder su tamaño original.
La abracé y me quedé en ella. Entré por la nariz mientras escuchaba que ella me buscaba y pedía explicaciones por todo. Intento llamar a su madre que era licenciada en física o en química o en alguna de esas ciencias y le pedía que le diera una rápida explicación. El ruido era enorme. Su cabeza hacía un eco infernal que sólo pude aguantar cuando se tapó los oídos y se puso a llorar, sola.
Subí por sus ojos grandes y divisé parte de su cerebro. Todo era extraño y un foco alumbraba para todas partes. Me enceguecí y corrí hacia alguna parte. Logré zafar mi vista y mis sentidos pero la orientación me fallaba. No sabía donde estaba.
Era un gran túnel lleno de relojes y manzanas caídas. Había números colgando. Había telas de araña. Fue ahí donde recordé lo que siempre creí. Era su mente, la misma que me había hecho pensar en cosas que no quería pensar. Sabía que tenía que encontrar a la araña. No entiendo porqué pero tenía que hacerlo.
Cuando la encontré tuve una rara sensación. No tuve miedo. Era la primera vez que una araña de su especie, venenosa y grande, no me asustaba. Quizás fue porque la vi llorando, sentada en una gran piedra y con los palillos en sus patas superiores. Me dijo que no sabía tejer y que había llegado a ese trabajo de casualidad, porque su madre se lo había dicho, porque mintió en el currículum y dijo que tenía más experiencia de la que ella realmente poseía. Pero no quiso que la sacara de ahí. Y aunque me quise quedar ella me lo negó. Me dijo que quizás, como en las películas, nos encontraríamos en la calle algún día y que nos abrazaríamos bien fuerte pero que, por ahora, quería estar sola aunque no supiera realmente porqué. No tuve opción. Su abdomen comenzó a asustarme y preferí huir. Salí por donde mismo había entrado.
Cuando salí de ella estaba dormida. Estábamos en casa. El tiempo había pasado lentamente. Le di unas palmaditas en su cara y despertó. Cuando me vio me abrazó bien fuerte y me dijo que había soñado que se metía en mi corazón y que se había encontrado con una araña tejedora.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

hay!! que se dice en estas ocasiones en las que a veces las telarañas te pertuban??...no lo sé...
saludines...
P.D.:wen enchulamiento de log!!

Anónimo dijo...

Eh...Eh...eh

Me he sentido algo identificada.

¿Eso es bueno?

eh...

Yo soy la morsa .__.

Anónimo dijo...

oye, pero y Madariaga cuando sale?